lunes, 19 de noviembre de 2012

REFLEXIÓN EL VIAJE




Me parece que la consigna de viajar produce sensaciones muy diversas y cambiantes. Cuando uno viaja tiene cierta ‘’obligación de ponerse a reflexionar’’, bueno por lo menos en lo personal es lo que me sucede. Tiene como esa idea, supongo que creada mentalmente, de que se aleja de la vida cotidiana y ‘’debe’’ (o instintivamente se produce sola) ponerse a pensar en temas en los que no lo haría en la vida rutinaria. Y me parece muy productivo que ese momento de ‘’reflexión’’ se explote para poder crear algo, aunque no niego que se crean sistemas de creación profundamente confusos en el momento, como lo fueron en este trabajo. Lo que personalmente me ocurrio fue que como primer paso, opté por no ir con ninguna idea preconcebida de lo que quería hacer y esperé que el lugar y la instancia de viaje (sumado a la convivencia con Agos y Flor) me brindaran lo necesario para comenzar un trabajo de creación con lo que más me llamara la atención. Es como que uno tiene una idea a veces un poco mágica de viajar y de que solo con alejarse de la ciudad o de lo cotidiano va  encontrarse con algo que se produzca solo y mágicamente nos va a brindar una historia que contar, como si la obra se fuera a hacer sola. Bueno eso no pasa. Igualmente, creo que eso es lo divertido y lo frustrante muchas veces.
Lo cierto es que, en este caso, el lugar sí nos brindó los puntapiés iniciales para poder inspirarnos pero la verdad es que nosotras creamos sobre eso sensaciones que, ahora me doy cuenta, no están ahí realmente (no es un lugar super místico) sino que uno es el que lo carga de energías y sensaciones que por sí solas no aparecen. O si aparecen igualmente uno tiene que poder construirlas para mostrarlas por qué el proceso no es simplemente captar ‘’lo que ya hay’’ sino que es  algo más como construir lo que no hay pero está.  Viajar varias veces sumo tanto como resto, bueno no, la verdad es que siempre sumó, pero cada viaje nos proponíamos algo distinto y al llegar allá las situaciones incontrolables nos hacían tomar nuevos rumbos o tener que modificar los objetivos planeados en base a lo que podíamos conseguir(Flor las menciona en su reflexión por lo que solo me limito a nombrar la que más me desesperó: ñino, actor principal, NO ACTOR, caprichoso y sin ningún interés en responder a nuestras súplicas ni siquiera a cambio de caramelos o galletitas sonrisas). Esto nos frustró muchas veces y volvíamos con la mente puesta en ‘’no pudimos conseguir nada de lo que queríamos’’.
  La solución a esto se dio en la última semana, en la que decidimos no volver a viajar (no nos hubiera dado el tiempo igualmente) y tuvimos tiempo para sentarnos a ver y analizar, en base a lo que ya sabíamos que queríamos construir, todo el material (que es mucho) que conseguimos durante los tres viajes. Había muchas entrevistas y material que podríamos llamar ‘’de investigación’’, esta parte fue la que nos sirvió para construir ideas del relato que finalmente construimos, pero no nos interesó mostrarlo como trabajo en sí. También habíamos logrado buenas imágenes de paisaje y del lugar que anclaron el resto del trabajo por su fuerza y esa energía de extrañamiento que contenían. Y por último teníamos el material que sí construimos de una manera más ‘’ficcional’’. Me resultó muy positivo tener este tiempo de edición,(que en trabajos anterior o incluso en instancias anteriores en este mismo trabajo, no tuvimos) y poder afinar ciertas cosas y sobre todo trabajar el sonido que es algo que siento que siempre me cuesta mucho y me queda como casi al azar. En este caso pudimos tener las dos cosas, tanto e imagen como sonido, a la misma altura, y así poder terminar de unir y cerrar todo el material  que decidimos poner en el producto final.
En cuanto a lo grupal, como siempre, la convivencia fue muy linda y además productiva, todas estábamos con las mismas ganas y siempre debatiendo sobre lo que queríamos o no hacer. No hubo división de roles, al ser tres creo que no tenía mucho sentido, pero se produjo una rotación constante en todos los campos y esto hacía que todas estemos atentas en todo. Y creo que a pesar de que durante el proceso todas llegamos a odiar el trabajo (el nuestro, no la consigna) y a odiar Punta Indio,  después todas quedamos bastante satisfechas porque no está para nada alejado de la idea de la cual partimos y lo que teníamos ganas de que quede como trabajo final.